Retratos en un mar de mentiras – Reflexión (Película)

Es una invitación para que vean la película, para que reconozcan el cine como una forma de construcción de relatos de la verdadera representación de nuestro país. Quizá sea hora de reconocer, examinar y re explorar lo que somos, no como simples seres que pasan su vida sin más reparo, sino como sujetos que deben asumir lo que son y entender que nuestra historia ha sido, es, y será una marcada por el conflicto. El asunto no se trata de reducir lo que somos a una vida de conflicto, es más bien, la comprensión del mismo para la reconstrucción de múltiples identidades capaces de responder a las situaciones de disputa. Pero ¿por qué? Se resume en la exposición de Estanislao Zuleta de identificar el conflicto como un fenómeno constitutivo del vínculo social, y que la pretensión de una sociedad en armonía, es utópica y contradictoria. Con esto no pretendo reivindicar ni convalidar el conflicto como una simple naturaleza que se debe aceptar y ya. Esto va más allá; Es el de comprender y responder a una cuestión que ha delimitado el conflicto de hoy: la eliminación del otro.

La película recoge todos esos momentos de la cotidianidad de miles de colombianos, que sin ningún reproche, son olvidados y convertidos en sujetos ahistóricos. Pero ¿quién ha decidido eso? Nuestros dirigentes que son de por sí, los siempre ausentes del mandato, pues nunca atienden a las obligaciones que les corresponden, y muchos menos escuchan las necesidades de quienes los requieren. Es por eso que la supremacía del fuerte “prevalece” y ataca sin ningún remordimiento al otro. Porque siempre queremos el dominio sobre el otro, y si el otro no lo permite, se le elimina.

Entonces, me pregunto ¿qué pasó con la solidaridad? ¿Qué pasó con el respeto y la reafirmación de la vida a través de los actos? Se olvidaron y asumimos que la única forma de resolver la situación es eliminando al otro, al malvado, al perverso. Lo digo con respeto pero a la vez con vehemencia, no debe ser así. La vida no se trata de excluir mediante la muerte del otro, de tomar una posición de vencedores y asumir a los demás como los enemigos. En nuestra Colombia, marcada por la violencia merece ser retomada como punto de partida para aprender, para no repetir los mismo pasos y reconstruir nuestras capacidades para asumir todos nuestros conflictos de una manera más sensata y honesta para resolverlos.

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